Puede que hayáis visto la película 'El vuelo del Fénix' que se rodó en 1965 (después se hizo otra versión en 2004). En dicha película un avión sufre un accidente y cae en el desierto, en un lugar alejado de la civilización. Los supervivientes se apañan para hacer, con los restos de aparato siniestrado, otro que les permita llegar a una zona habitada.
De forma similar, un electricista francés, destrozó su Citroen 2CV en un accidente en el desierto marroquí y, con los restos, construyó una especie de 'amoto', que le permitió regresar a la civilización.
Aunque las historias son muy similares existe entre ambas una gran diferencia: mientras que la primera en ficticia, la segunda es un caso real. Los hechos fueron así:
El hombre (entonces de 43 años de edad), cuyo nombre es Emile Leray, conducía desde la ciudad marroquí de Tan-Tan, cuando fue detenido en un puesto militar y le conminaron a dar la vuelta, pues la zona era área restringida. Para evitar regresar a la ciudad de la que provenía, decidió salir de la carretera y continuar su ruta por la zona vedada.
Según sus palabras: " ... decidí hacerlo con el 2CV porque, aunque no es un 4x4, es duro. En África lo llaman el "camello de acero" porque va a todas partes, ... ".
Pero fuera de la carretera el terreno era rocoso y escarpado, lo que hizo que perdiera el control del vehículo y se estrellara contra una roca, dejando el 2CV inservible.
La población más cercana se encontraba a unos 30 kilómetros, por lo que el hombre estimó que no podría cubrir esta distancia a pie. En vez de derrumbarse pensó que, con las pocas herramientas que llevaba junto a las viandas de que disponía podía aguantar el tiempo necesario, para convertir su 2CV en algo que le permitiera escapar de aquel infierno. Inmediatamente se puso manos a la obra y con lo que pudo utilizar del accidentado 2 CV construyo una estrambótica 'burra', pero que le permitió llegar a un lugar habitado.
Mientras que usaba la carrocería para reguardarse de los fuertes rayos solares mientras acortó (con una sierra que afortunadamente llevaba) el chasis del vehículo siniestrado en el que colocó dos de las ruedas. El motor y la caja de cambios los colocó en el centro.
Finalmente lo consiguió. Le tomó más tiempo que el estimado, pero lo consiguió. En 12 días fabricó el engendro que se aprecia en las imágenes que, le permitió 'huir de aquella mitad de la nada'.
Total, que, con el medio litro de agua que le quedaba, el hombre comenzó la 'ruta' de regreso a la civilización. Durante la 'monta' 'abandonaba' regularmente el asiento, que había fabricado con el paragolpes trasero del Citroën. Mientras conducía iba pensando que a los cromados ya les sacaría brillo cuando llegara a una población. Y consiguió llegar.
Aunque su historia apareció brevemente en la televisión francesa en la década de 1990, no ha sido hasta recientemente que esta historia se ha vuelto a dar a conocer después de aparecer en una web de automovilismo.
Como curiosidad en su huida le pusieron una multa, ya que la documentación del vehículo ya no correspondía a lo que conducía.