Francisco Xavier Bultó Marqués nació en Barcelona el 17 de mayo de 1912 en el seno de una familia burguesa dedicada a los negocios textiles. Aficionado a la mecánica desde muy joven participó como piloto en varias competiciones.
Realizó estudios de perito industrial y continuó hasta terminar la carrera de ingeniería. Finalizada la misma fundó en 1940, con un compañero de estudios, la sociedad Barella y Bultó. Su padre le cedió los terrenos y aportó capital para poner en marcha esta pequeña compañía que fabricaba camisas y segmentos para pistones.
Centrado en su nueva ocupación las carreras quedan al margen, hasta que conoce a Pere Permanyer, industrial que se dedicaba a la fabricación de gasógenos y estaba interesado en abrir su industria hacia el campo de las motocicletas.
De esta unión nacía la primera marca legendaria de nuestro motociclismo: Montesa. En 1945 ya tenían constituida la sociedad y producían motos en serie. Permanyer era el socio mayoritario, actuaba como gerente, y Francisco X. Bultó aportaba un 11% del capital.
En los años siguientes se afianza la producción y el impulso y entusiasmo de Bultó por la competición lleva a Montesa a sus primeros éxitos - varios internacionales-, con gran repercusión; pues eran de los primeros que se conseguían con motores de dos tiempos.
Para los ingleses este tipo de motor solo servía “para sacar agua del pozo” y sus pesadas motos equipaban motores de 4 tiempos. Bultó se anticipó confiando en los motores de 2 tiempos, convencido de la posibilidad de evolución de estos motores, impulsado por su ligereza y sencillez mecánica.
A estas alturas Francisco X. Bultó ya había forjado el nombre por el que todos lo identificaban; en el mundo de las motos era “Don Paco”.
La historia transcurre hasta 1958, donde el Plan de Estabilización Nacional impuesto por el régimen para reducir el déficit público y la inflación obliga a las industrias a aplicar fuertes reducciones en sus gastos. Permanyer decide que hay que suprimir temporalmente, el exitoso departamento de competición de Montesa. Surgen las desavenencias y la ruptura parece inevitable.
Bultó desanimado por la falta de responsabilidades decide abandonar el proyecto de Montesa, defiende su interés por las carreras y lo que considera una estrategia para vender motos. Toda su vida seguirá una máxima acuñada por él: “el mercado sigue la bandera de cuadros”. Vincula el éxito empresarial al desarrollo de las máquinas que proporciona la competición.